Roberto Suárez - Actualízate

Una visita al yacimiento de Soto de Medinilla en Valladolid

Desde siempre soy un gran amante de la arqueología, pero tengo que reconocer que la primera vez que oí hablar del yacimiento de Soto de Medinilla en Valladolid, fue curiosamente en el gimnasio al que acudo de forma regular. Unos empleados de Gestigym, la empresa que tiene el gimnasio encargada de la configuración del control de accesos y el software de la gestión deportiva, comentaban entre ellos que dicho yacimiento acababa de ser declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, por lo que pensé que esto no podía perdérmelo y en aquel mismo instante decidí que el primer fin de semana que tuviese libre iría a conocer ese retazo de la historia.

Con el fin de entablar conversación y que me explicasen algo del yacimiento, comenzamos hablando de los servicios que ofrece GestiGym, como la gestión del centro, el control de clientes, las reservas de cita para entrenamientos personales, clases, sala de fitness…, para luego pasar a explicarme más detenidamente que este yacimiento es un referente importantísimo para el conocimiento de la primera Edad del Hierro de la península ibérica, siendo uno de los yacimientos más importantes y más poblados de forma continuada, a lo largo de seis o siete siglos comprendidos entre el 800 y el siglo II a. C.

Su emplazamiento se sitúa en un meandro de la margen izquierda del río Pisuerga, unos 3 km. al norte de la ciudad de Valladolid. En este yacimiento se encuentran vestigios de las diversas épocas por la que pasó el asentamiento, por ejemplo, las primeras construcciones serían de planta circular, levantadas con material leñoso y rematadas con una cubierta vegetal, para pasar en etapas posteriores (Primer Hierro) a ser unas cabañas igualmente de planta circular de unos 10 m2 de planta, levantadas con adobe y tapial, en cuyo interior habría bancos corridos adosados a las paredes y muros pintados con motivos geométricos de vivos colores. Este poblado se encontraba defendido por una muralla de adobes y postes de madera, que posteriormente fue arrasada para construir encima de ella, cuando el poblado se hizo más extenso.

Con base en la abundancia de molinos de piedra, estructuras de granero, orzas para el almacenamiento de los alimentos, vasijas para batir la leche y fabricar sus derivados, hacen pensar que la economía y subsistencia de estos pobladores descansaba sobre una agricultura de cereal y una ganadería de bóvidos y ovejas, cabras…, así como de la caza de animales como el jabalí, el ciervo, el gato montés, la perdiz, la urraca, la avutarda… o por su cercanía la Pisuerga de la pesca de especies como el salmón, el cacho, la boga, los castores o las nutrias, lo que viene a demostrar por primera vez en este territorio que sus pobladores tenían una idea de permanencia, explotando los recursos más cercanos.

Posteriormente en época prerromana (finales del siglo V a.C. y comienzos del siglo IV a. C.), los restos hallados evidencian un hábitat más extenso con una actividad recolectora de productos como la zanahoria, leguminosas, piñones, bellotas… unido al cultivo de cereales como el trigo, la escanda y esperilla o la cebada, lo cual denota que hicieron de la agricultura su base económica, a la vez que se dedican también a la cría de ganado con la incorporación del asno y la cría de gallinas para el consumo.

Conociendo más a fondo la provincia de Valladolid

Tras visitar el yacimiento de Soto de Medinilla, quise continuar conociendo más a fondo la provincia de Valladolid y por supuesto no podía perderme sus dos exquisiteces, en primer su afamada y rica gastronomía con su asado de lechazo, a la cabeza como plato más reconocido, es elaborado con carne de oveja churra, una raza típicamente castellana que se alimenta únicamente con leche materna y que asado al calor de la leña se convierte en un excelente manjar. Importante también es reseñar su cochinillo asado y otros productos como el queso de oveja o pata de mulo, la torta de oveja, las sopas de ajo, los espárragos de Tudela o los postres como los huesos de santo, los empiñonados, el mantecado de Portillo… y, en segundo lugar, el vino, uno de los principales valores de la provincia y que lleva en su ADN, no en vano sus caldos tienen 5 Denominaciones de Origen (D.O.), que son:

  • O. Rueda. Fue la primera D.O. reconocida de Castilla y León.
  • O. Ribera del Duero. Nacida en 1982, es reconocida a nivel nacional e internacional.
  • O. Cigales.
  • O. Toro.
  • O. Tierra de León.

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