Roberto Suárez - Actualízate

Las fobias más comunes en España.

Aerofobia.

Las fobias son miedos irracionales que sentimos ante peligros que no son reales o que respondemos con una reacción desproporcionada. Visto desde fuera, algunas de estas fobias nos pueden parecer algo ridículas, pero no nos confundamos. Para las personas que las sufren, son traumáticas e incapacitantes. Te comentamos las fobias más comunes que se dan en nuestro país. Puede ser que tú tengas alguna de ellas.

Son varios los psicólogos y expertos en la materia que señalan que tras la pandemia del COVID-19 se produjo un incremento de las fobias. El periódico El Mundo señala que en los últimos años los trastornos derivados de las fobias sociales han crecido en España un 30%.

Después de lo que pasó con el confinamiento, mucha gente cogió miedo a salir a la calle o a relacionarse con otras personas por temor a contagiarse de alguna enfermedad. Cuando se enfrentaban a una situación que rechazaban, les generaba ansiedad. En ocasiones podían experimentar taquicardias, mareos, dificultades para respirar. Síntomas que podían poner en riesgo su salud.

Para indagar sobre el tema hemos querido hablar con Raquel, una terapeuta de Psicoarmonía Emocional, un gabinete especializado en inteligencia emocional y en neurociencia afectiva, que imparte terapias online para superar miedos y situaciones traumáticas.

Raquel nos cuenta que uno de los problemas que tienen las fobias es la tendencia a darle vueltas a nuestros temores. Esta reacción aumenta la ansiedad. La persona que sufre fobias debe aprender a afrontar sus miedos en el momento en el que ocurren, no antes. Esto le lleva a desarrollar técnicas de relajación y a afrontar la realidad.

La presencia de las fobias en nuestra sociedad está bastante extendida. No se dan con el mismo nivel de intensidad en todas las personas, pero existen. Según la revista 65 y Más, estas son las fobias más habituales en nuestro país:

Aerofobia.

Es el miedo irracional a volar en avión. Inconscientemente, la persona que lo sufre se coloca en lo peor. Teme que el avión se vaya a estrellar con él dentro. De poco sirve que se le dé conciencia acerca de que el avión es uno de los medios de transporte más seguros que existen. El simple hecho de que el avión despegue, de que no sienta la tierra bajo sus pies, hace que se sitúe mentalmente en un escenario inseguro.

El miedo a volar se puede controlar. Es bueno que la persona que lo padece reserve el pasaje con anterioridad. También es recomendable que no viaje solo. El asiento contiguo debería ser ocupado por alguien de confianza. Este gesto le infunde seguridad. Si llega a experimentar un episodio de pánico, el tener un familiar o un amigo al lado le ayuda a gestionarlo. Piensa que si se siente mal, la otra persona la va a ayudar.

Durante el vuelo es tranquilizador caminar de vez en cuando. Dar pequeños paseos del asiento a los lavabos. También es positivo que practique técnicas de relajación, como la respiración profunda.

Con el tiempo, después de haber realizado varios viajes en avión sin haber sufrido ningún percance, es posible que el afectado pueda superar la fobia.

Claustrofobia.

Los psicólogos incluyen esta fobia dentro del espectro de los trastornos de ansiedad. Consiste en un miedo excesivo a permanecer en un lugar cerrado o pequeño. Seguro que conocemos personas que no les gusta coger el ascensor. Se sienten nerviosos cuando lo hacen.

Se calcula que entre un 6 y un 7% de la población mundial padece claustrofobia. En muchas ocasiones viene ocasionada por haber sufrido una experiencia traumática. Puede ser haberse quedado encerrado en un ascensor y que tardaran tiempo en rescatarlo, haber permanecido en una habitación a oscuras contra su voluntad, caerse a una piscina sin saber nadar, haberse quedado atrapado en un lugar estrecho, etc. Otros psicólogos atribuyen la claustrofobia a una deficiencia biológica, en concreto, a tener la amígdala cerebral de menor tamaño.

Existen diferentes formas de tratar la claustrofobia. Una de ellas es por vía farmacológica. Mediante el suministro controlado de ansiolíticos, siempre bajo supervisión médica. La terapia conductual, por otro lado, ha demostrado ser efectiva para tratar la claustrofobia, incluso en los casos más severos.

La exposición en vivo es otro método que consiste en que el paciente se introduzca de forma gradual en espacios cerrados. Aunque es un método lento, se ha descubierto que es efectivo en el 75% de los casos.

Por último, la exposición interoceptiva, que se basa en recrear situaciones temidas, pero dentro de un entorno controlado, ha demostrado un aumento de un 25% en la capacidad de autocontrol del afectado.

Agorofobia.

Este es el miedo a los espacios abiertos. A encontrarse en una plaza grande, en el campo o en una gran avenida y sentirse desamparado. Pensar que si le sucede algo no va a encontrar ayuda o que se va a perder.

La gente concebimos nuestra casa como nuestro refugio. Un lugar acotado que controlamos a la perfección. Algunas personas, al trasladarse a un lugar abierto, que no controlan, pierden toda la seguridad.

La agarofibia es más frecuente en mujeres que en hombres, y no tiene nada que ver con lo lleno o vacío que esté el espacio. Se puede sentir agarofobia igual en una calle con peatones y vehículos como en un espacio completamente desierto. Tiene que ver con las dimensiones espaciales y con la aversión a lo desconocido.

Brontofobia.

Es un miedo irracional a los truenos, los relámpagos y las tormentas. Un miedo atávico que se pierde en los albores de los tiempos. Desde la prehistoria, el hombre siempre ha temido las manifestaciones violentas de la climatología.

En la biblia existen varias alusiones a los truenos, los cuales se identifican con la voz de Dios. Una voz relacionada con la furia, como si Dios descargara toda su rabia sobre los hombres, castigándolos por sus acciones. Así, en el Apocalipsis de San Juan, se describe un pasaje en el que un ángel paseaba sobre el mar y la tierra con un pergamino en la mano. Lanzó un grito al cielo como si fuera un rugido y el cielo le respondió con 7 truenos. El versículo 16:18 del apocalipsis dice: “estas siete poderosas voces (refiriéndose a los truenos) están pidiendo a gritos el juicio de Dios sobre la tierra llena de maldad.” Esta cita hace referencia a la concepción que sobre los truenos se tenía en la antigüedad. Una visión que, desde luego, generaba miedo.

La brontofobia suele ir acompañada por pensamientos catastrofistas y por rituales de protección, como suele ser cerrar puertas y ventanas, bajar la persiana y permanecer escondido en la cama hasta que cese la tormenta.

Esta fobia está bastante extendida. Personajes famosos como Madonna han reconocido padecerla.

Enoclofobia.

Miedo irracional y enfermizo a las multitudes. Algunos psicólogos afirman que es una fobia frecuente en personas con trastorno de pánico o con agorofobia. Sin embargo, debemos comprender que no es lo mismo, aunque a veces se confundan.

Alguien que padece enoclofobia evita moverse por lugares transitados, como puede ser viajar en metro, ir a una discoteca o comer en un restaurante abarrotado de gente; sin embargo, se puede sentir cómodo caminando por un parque o por una calle desierta.

La enoclofobia puede ir acompañada de elucubraciones obsesivas y fantásticas. Como la idea de que el resto de la gente le está controlando, prejuzgando o hablando mal a sus espaldas.

La sensación puede llegar a ser asfixiante. La persona que lo sufre se siente agredida y fuera de lugar. Algo que le puede a llegar a causar angustia.

No se conoce a ciencia cierta el origen de esta fobia. Se cree que, como la mayoría de las fobias, tiene su origen en haber padecido un hecho traumático, como puede ser haber sido protagonista de una situación vergonzosa delante de un grupo numeroso de personas. Algunos individuos que padecen esta fobia han sido objeto de bullying en su infancia o adolescencia.

Zoofobia.

Esta es otra de las fobias más extendidas. Se trata del miedo a los animales. No se da de forma generalizada a todas las especies, sino más bien  a un tipo determinado de animal. Así encontramos diferentes variedades o modalidades como la entomofibia, miedo a los insectos, como pueden ser las cucarachas; la aracnofobia, fobia a las arañas; la herpetofobia, miedo a los reptiles; la ofidiofobia, miedo a las serpientes o la cainofobia, miedo a los perros.

Algunos casos concretos de zoofobia pueden provenir de alguna experiencia traumática, pero por lo general suelen tener un origen social, cultural y transferido. En un país europeo como España no es normal que la gente tenga muchas experiencias con serpientes o con arañas; sin embargo, sí es frecuente encontrar personas con aracnofobia u ofidofobia. La aversión enfermiza hacia estos animales proviene de las connotaciones negativas que se le atribuyen y de rumores y leyendas que se han creado en torno a ellas.

Aunque lo parezca, no es una fobia menor. En determinados casos pueden provocar episodios de pánico y ansiedad.

Si eres presa de una fobia que no te deja vivir con tranquilidad, no lo dejes pasar. Consulta a un profesional.

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