Roberto Suárez - Actualízate

Volvamos a la actividad, con precaución

Llega un momento en la vida en el que tienes que plantearte ciertas cosas y yo creo que ahora mismo hemos llegado a un punto en el que toda la sociedad tiene que plantearse la posibilidad de convivir con el virus de las narices que nos está destrozando el 2020 o confinarse definitivamente en casa hasta que encuentren la vacuna y empiecen a suministrarla dentro de un año, o dos. Yo creo que, como en todo, en el equilibrio está la respuesta correcta.

Esa frase es aplicable a mi opinión sobre casi todos los temas que podemos tratar en este mundo, y digo casi todos porque siempre hay alguno con el que no cabe posibilidad de tolerancia y en ese caso no hay grises, así de simple. Hablo, por supuesto, de temas como la violencia de género, la homofobia, xenofobia y otras cosas con las que no hay que tener “comprensión” porque, simplemente, no son comprensibles. No es comprensible que alguien pegue a su mujer, o la maltrate verbalmente, del mismo modo en el que no es comprensible que alguien sea discriminado, maltratado, vejado e incluso asesinado por razón de su género, procedencia u orientación sexual (entre otras cosas). Pero la realidad es que, en el resto de situaciones, casi siempre se puede comprender la posición de cada uno, basta con ponerse en la piel de esa persona aunque haya muchos que no sepan qué es la empatía.

Debido a ello es que yo sea de las que piensa que, de forma generalizada, siempre se puede encontrar un gris entre el negro y el blanco en casi todo, es decir, un equilibrio, como en la fuerza de “Star Wars” y los Jedi.

Ahora mismo pensar en confinar a todo el país de nuevo no es posible, más que nada porque la economía se hundiría de tal manera que costaría décadas volver a recomponer el país, pero tampoco podemos hacer como si no pasara nada y saltarnos a la torera todas las recomendaciones de sanidad.

Personalmente he pasado muchos meses en los que mi ocio y mi actividad al aire libre se había reducido drásticamente. Después del confinamiento, cuando entramos en las fases de desescalada, yo prefería seguir confinada en casa con mi familia. De hecho, hasta la fase 3 no empezamos a salir más a menudo a la calle y a tomar el aire.

Después pasé varios meses en los que paseábamos e íbamos a zonas poco transitadas para cruzarnos con la menor gente posible, y por supuesto, no nos sentamos en terrazas ni entramos a restaurantes.

Ahora me he dado cuenta de que las cosas no van a cambiar en un plazo de tiempo corto. Probablemente, aunque tengan la vacuna preparada para empezar a suministrarla a todo el mundo a mediados de 2021, la realidad es que no van a tener producción suficiente como para vacunar a toda la sociedad en un mes, o dos, así que hablamos ya de entrar en el 2022 y, con suerte, conseguir esa vacuna de forma generalizada. Eso implica que a lo que ya llevamos, hay que añadirle muchos meses más, y ni yo ni mi familia estamos capacitados, mentalmente, para seguir encerrados en casa a sol y a sombra.

Por eso creo que hay que buscar un equilibrio en el que el riesgo sea el menor posible pero donde todos empecemos a aceptar ese riesgo, así que nos hemos propuesto seguir nuestra rutina de paseos por áreas poco concurridas, evitar centros comerciales e ir a comprar al supermercado una vez a la semana, como mucho, pero al mismo tiempo vamos a abrir la veda a otras cosas como quedar con amistades en zonas al aire libre e incluso ir a cenar con algunas de ellas a su casa, o que vengan a la nuestra. También queremos ver la posibilidad de hacer algo de turismo, ya sea en el puente del pilar o en el puente de la constitución, pero antes de que acabe el año, y por supuesto cruzar los dedos para que nadie se contagie.

No podemos vivir encerrados en una burbuja, básicamente porque eso no es vida, así que debemos asumir los riesgos que hacer ciertas actividades conlleva, pero, tal y como aconsejan desde Ecoactiva Turismo, siempre intentando ser precavidos y siguiendo los consejos de sanidad como llevar la mascarilla, intentar mantener la distancia de seguridad con otras personas que no forman parte del núcleo familiar y cosas similares.

Ahora bien, ¿dónde podemos ir de vacaciones sin acabar en un área con demasiado confluencia de personas? Pues como muchos otros ya han pensado, nosotros vamos a optar por casas rurales.

Opciones a la vista

Podríamos ir prácticamente a cualquier punto del mapa ya que, en España, se puede encontrar alojamiento rural en casi todas las localidades, por eso hemos ido dando pros y contras de diferentes destinos y nos hemos decantado por tres, dependiendo de si al final nos vamos ya en diciembre o si lo hacemos antes de que haga demasiado frío.

Cortijo El Sapillo: una casa rural ubicada en Albacete, en el término municipal de Nerpio. Se trata de una finca preciosa que se encuentra en un entorno rural perfecto para hacer deportes de montaña y ese es el  motivo por el que es una de nuestras principales opciones. Si nos vamos a hacer esa pequeña escapada antes de que el frío empiece a hacer mella, la idea es poder disfrutar de esta época del año en la que no hace mucho calor tampoco, para poder practicar senderismo y otras actividades similares.

En esta casa rural, de hecho, ya proponen en su web ciertas actividades como espeleología, senderismo, tirolina, rutas en 4×4, paseos en bicicleta y pesca deportiva.

Cueva del bosque: otra opción a tener en cuenta si decidimos irnos antes del temido frío invernal pues se encuentra ubicada en la localidad de Cabrales, Asturias, y sería una localización perfecta para hacer este tipo de actividades en el norte de España. Obviamente podríamos practicar senderismo, subir con el funicular de Bulnes a ver los paisajes de la zona, visitar la cueva del Quesu y otras actividades de aventura porque en esta zona hay muchísimas cosas que poder hacer.

Camping Boneta: por regla general no pondría en esta lista un camping puesto que las instalaciones son compartidas y ahora mismo prefiero evitar todo este tipo de sitios, sin embargo, el Camping Boneta en Barruera tiene alojamientos tipo cabañas y bungalows familiares y las instalaciones no serían muy frecuentadas pos nuestra familia pues hablamos, básicamente, de un bar y poco más. Muchos os preguntaréis entonces ¿qué atractivo puede tener ese camping? Y la respuesta es sencilla, el entorno. Hablamos de casitas de madera ubicadas en la Vall de Boí, en el pirineo catalán. Si optamos por este alojamiento es porque al final se nos ha ido la fecha y hacemos la escapada con el frío bien entrado pues ya que vamos tan al norte lo ideal sería poder disfrutar de la nieve y esquiar en familia.

Todo está aún en el aire pues dependemos un poco de cómo evolucione la pandemia y de lo que sea viable hacer o no, pero cualquiera de estos tres alojamientos nos parecerían perfectos para lo que tenemos pensado como escapada familiar.

Ahora bien, con vistas de guardar ese equilibrio del que hablaba en un principio, tenemos que ser precavidos pues la situación actual en Madrid es caótica y hay otras ciudades en las que el virus también está causando estragos. Nosotros, en la Comunidad Valenciana, por ahora nos libramos, así como los lugares donde hemos elegido alojamientos. Asturias, junto a la Comunidad Valenciana, tiene la incidencia más baja actualmente (aunque todo puede cambiar de la noche a la mañana). El pirineo catalán, a pesar de que en Barcelona los números también sean altos, está prácticamente libre de Covid19 y en Nerpio, aunque hay incidencia, no es nada comparado con otras ciudades.

Al final, si de cara al frío el virus se hace más fuerte como algunos expertos piensan, lo más normal es que la cosa se complique haya que pensarse mucho eso de salir de viaje, pero yo he prometido a mi familia que si la cosa no se descontrola nos iremos, porque nos lo merecemos y porque no podemos estar encerrados hasta 2022. De hecho, a partir de ahora, esa será nuestra tónica de vida: mientras el puñetero virus lo permita haremos vida normal, con precauciones por supuesto, pero vida normal. Y es que si seguimos así, vamos a acabar con problemas de salud de muchos tipos, desde la falta de la vitamina D por falta de sol, hasta problemas de sedentarismo por falta de actividad y, por supuesto, problemas psicológicos por la falta de sociabilidad con otras personas y en entornos diferentes.

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