Los Pirineos son un rincón fantástico de la geografía española. Lo asociamos con el contacto con la naturaleza, con la montaña y con las estaciones de esquí. Pero los Pirineos son mucho más. Pretendemos descubrir en este artículo otros aspectos turísticos de estas montañas.
La cordillera pirenaica es la frontera natural de España con Europa. Un rincón marcado por la historia. Desde la edad media, es la entrada a la península ibérica del camino de Santiago. También por allí abandonaban el país los exiliados de la guerra civil española. En los pirineos encontramos aldeas que guardan tradiciones, lenguas y culturas que se pierden en los albores del tiempo.
Podemos practicar turismo ecológico, deporte de montaña y turismo cultural, si visitamos cualquiera de las partes en las que se dividen los Pirineos. Todas ellas disponen de una infraestructura turística que hacen agradable la visita del viajero.
Hablando con turistas que han visitado repetidas veces estas montañas. Algunos de ellos nos recomiendan pernoctar en alojamientos rurales. Paula nos habla del Balcón del Pirineo, un conjunto de apartamentos y casa rural ubicados en Buesa (Huesca), en el Pirineo Aragonés. Allí se alojó este verano, y no solo terminó encantada con las habitaciones, sino que le entusiasmó la comida tradicional que se sirve en el restaurante. Parece que en los alojamientos rurales, entramos en un contacto más directo con la naturaleza y la cultura de la zona.
Te presento tres rincones de los Pirineos, situados en tres provincias distintas, que vale la pena visitar.
La estación de Canfranc.
No muy lejos de Jaca, en la provincia de Huesca, en un paso abierto en Los Pirineos, en 1928 se inauguró esta estación internacional que representaba un paso por ferrocarril a Francia. En su momento fue una obra monumental y una estación moderna para su época. Hasta allí llegaban trenes procedentes de Madrid, Bilbao y Levante y hacían trasbordo para poder adaptarse al ancho de vía europeo. También era el punto de entrada para los viajeros europeos, que desde esta estación tomaban otros trenes que les conducían a diversas partes de España.
La macro-estación contaba con amplias salas de descanso, área comercial, bares y restaurantes para hacer más llevadera la espera. Y hasta un hotel para aquellos viajeros que necesitaran hacer noche.
La idea de excavar un túnel en los Pirineos que comunicara por ferrocarril España y Francia se empezó a barajar a mediados del siglo XIX. Las obras comenzaron en 1908, sin embargo, hay que esperar a que termine la I Guerra Mundial para culminarlas y abrir definitivamente la estación, 20 años después de su planificación.
La Estación de Canfranc pasó por una gran cantidad de vicisitudes. Con el inicio de la guerra civil, en 1936, se cierra la estación. Franco la reabre al finalizar la guerra bajo dirección militar. En la II Guerra Mundial, el mando francés cae en manos de los nazis y la estación es el punto de entrada de la ayuda tecnológica de Alemania al régimen franquista y el lugar de salida del oro requisado en nuestro país para pagar a Hitler por los servicios prestados. Se dice que los cafés de Canfranc estaban infectados de espías de distintas partes de Europa que seguían muy de cerca la probabilidad de que España entrara en la guerra mundial.
De 1944 a 1948, se vuelve a suspender el funcionamiento de la estación. Se dice que el paso abierto por las vías, lo utilizan algunos grupos organizados para practicar el estraperlo. Desde 1949 hasta 1970, momento en el que se produce un accidente ferroviario en la parte francesa, vuelve a estar operativa la línea ferroviaria, pero la estación de Canfranc se encuentra en un considerable estado de abandono y decadencia. No es ni la sombra de lo que fue en otro tiempo.
En los últimos años, se ha rehabilitado la estación. Según cuenta El País, en ella se ha abierto un hotel de lujo, que pretende recrear el esplendor que este nudo ferroviario tuvo en tiempos pasados. Desde la Estación de Delicias de Zaragoza, sale un tren turístico que llega hasta Canfranc. Ofreciendo una experiencia especial a los visitantes.
El Valle de Arán.
Administrativamente, el Valle de Arán, pertenece a la provincia de Lérida. Está ubicado en el Pirineo Catalán. Sin embargo, se trata de un territorio histórico del que se tiene constancia escrita desde la época de los romanos.
Este valle cuenta con una cultura y una legua propia, el aranés, un dialecto del occitano, idioma que también se habla en algunas regiones del sur de Francia y el norte de Italia. Por su ubicación privilegiada, la corona de Aragón le concedió a principios de la Edad Media unos fueros propios, por los cuales la región se autogobernaba y mantenía su autonomía frente a los intentos de dominio por parte de algunos nobles catalanes.
En 1134, el Valle de Arán estaba compuesto por 24 aldeas, y se gobernaba por medio de un concejo en el que estaban representadas todas ellas. Este valle también es uno de los puntos de entrada del arte románico en nuestro país. Todos los pueblos y aldeas conservan iglesias de aquella época. El valle ha desarrollado una arquitectura tradicional caracterizada por muros de piedra y techos de madera a dos aguas. Aún se siguen construyendo las casas siguiendo el diseño tradicional.
El valle ha sido objeto de disputas geográficas a lo largo de la historia. No solo durante la edad media. Por ejemplo, en la Guerra de la Independencia, Napoleón la anexionó a la provincia francesa del Alto Garona. Sin embargo, su población siempre ha mostrado fidelidad a la corona española. Gracias al carácter inaccesible de estas tierras, el valle ha conservado su cultura y sus tradiciones a lo largo de los siglos.
En el Valle de Arán encontramos algunos de los pueblos más bonitos de España. El blog Tus Casas Rurales nos habla de una docena de ellos. Estos son 4 que no te puedes perder si visitas la comarca:
- Vielha. Es la capital administrativa del Valle de Arán y también el municipio más poblado. A la entrada de la ciudad, la carretera que conduce hasta el valle se bifurca en dos direcciones, una que conduce a la estación de esquí de Baqueira Beret y otra que lleva hasta Les, municipio que hace frontera con Francia. Vielha y sus alrededores cuentan con varias iglesias de estilo románico, como la de San Miguel, junto al ayuntamiento, o la de Santa Eulalia, en dirección a Betlan. En la calle mayor destaca el Museo del Valle de Arán, instalado en un palacete modernista. Donde puedes conocer la historia y la cultura del valle por medio de documentos históricos, restos arqueológicos y montajes audiovisuales.
- Bossot. Este pueblo se encuentra en la ribera del río Garona. Se trata de un antiguo pueblo minero. Además de la iglesia románica de Santa María de la Purificación, destaca porque está rodeada por un conjunto de 6 ermitas que se levantaron en el siglo XI, cuando a un pastor del pueblo se le apareció el Arcángel San Miguel y le ordenó la construcción de estos edificios para proteger a la aldea de la peste.
- Les. Este pueblo hace frontera con Francia. En él se aprecia ciertas diferencias en la construcción de las casas. Son más parecidas a las que se observan en el Pirineo francés. El municipio se encontraba bajo el amparo del Barón de Les y en la actualidad se puede visitar su castillo.
- Artíes. Es uno de los pueblos más bonitos de España. Está muy bien conservado. Pasear por sus calles es como recorrer un pueblo de postal. En la parte de abajo se encuentra la casa del indiano, hoy, parador nacional. Arriba del pueblo se halla un complejo arquitectónico formado por la iglesia gótica de San Juan y el Castillo. A las afueras puedes visitar un balneario de aguas termales abierto desde la época de los romanos.
Roncesvalles.
Roncesvalles tiene 19 habitantes. Es el segundo pueblo más pequeño de Navarra, sin embargo, posee un valor histórico incalculable. Ubicado en un paso de los Pirineos utilizado desde la prehistoria, es el punto de entrada del Camino de Santiago en España. En concreto, del camino francés, el más transitado. Aún hoy, muchos peregrinos comienzan el camino desde Roncesvalles.
El edificio más antiguo del pueblo es la Capilla de Sancti Spiritus, levantada en el siglo XII. Funcionó durante mucho tiempo como hospital del camino para atender a los peregrinos y como centro funerario. De hecho, junto a él, se encuentra el cementerio del lugar. No muy lejos de allí está la iglesia de Santiago. Una pequeña ermita románica, donde los peregrinos se encomendaban al santo antes de proseguir el camino.
En el convento de San Agustín se encuentra la tumba del rey Sancho VII de Navarra y el centro del pueblo está presidido por el Silo de Carlomagno. Una piedra que rememora la batalla de Roncesvalles en 778 y que cubre la fosa común donde el emperador franco-germano mandó enterrar a sus soldados fallecidos en la contienda.
Como ves, queda mucho por visitar en los Pirineos.