Poder contar con la posibilidad de vivir en una residencia es fundamental para nuestros mayores. No porque sea estrictamente necesario pasar la última etapa de tu vida en estos lugares adaptados para las personas de edad avanzada, pero si por el hecho de que muchos de los mayores, necesitan cuidados y atención que no reciben por la razón que sea. Con independencia de esas razones, es necesario saber que, a pesar de la creencia popular, tan solo un cinco por cien de las personas mayores de sesenta y cinco años, van a necesitar recurrir a vivir en una residencia de ancianos.
Este dato que quizá pueda sorprender a más de uno, invita a pensar que la salud de nuestros mayores, es bastante buena. Sin embargo, como podemos comprobar en la Residencia Nuestra Señora del Rosario, donde los mayores se sienten como en casa, que los mayores requieran contratar estos servicios no consiste en una mera cuestión de salud. Son muchos los mayores que prefieren vivir en una residencia debido a las muchas comodidades que ofrecen para sentirse acompañados y atendidos cuando sus familiares no pueden brindarles ese apoyo o, simplemente porque ellos lo deciden en base a su propia necesidad.
Ingresar a un abuelo en una residencia es algo que no debe hacerse a la ligera y debe tratarse el asunto como corresponde, contando en primer lugar con las necesidades del anciano y su opinión. Si atendemos a las estadísticas, la media de edad para ingresar en una residencia geriátrica es de ochenta y dos años y en la mayoría de los casos, se trata de una cuestión de necesidad más que de preferencia. No obstante los factores que hacen necesario recurrir a una residencia de ancianos incluyen algo más que la edad, puesto que hallarse en situación de dependencia o sufrir una enfermedad, son los factores más relevantes que hacen que se tome la decisión.
Otros datos de interés sobre el perfil de los residentes de los geriátricos es que son mayoritariamente hombres y mujeres viudos con un bajo nivel de escolarización que pasan en la institución correspondiente una media de veintidós meses. Casi el setenta por cien presenta algún grado de demencia y estados de salud vulnerables, con una baja funcionalidad y la correspondiente dependencia funcional y déficit cognitivo. Evidentemente, las personas que no se encuentran plenamente capacitadas para llevar una vida independiente son las que más recurren a este tipo de servicios.
Razones por las que es necesario recurrir a una residencia
Como ya hemos comentado, muchos de nuestros mayores deciden o son partidarios de ingresar en un centro para mayores. Sin embargo, en una gran mayoría de los casos, la decisión deben tomarla los hijos o personas a cargo. En estas circunstancias es conveniente conocer cuáles son las razones y factores que hacen más evidente esta necesidad. Resulta más que evidente que en circunstancias normales, tomar esta decisión puede convertirse en algo difícil para los familiares, pero en muchos casos, es la mejor opción para todas las partes. Veamos cuáles son esas circunstancias.
Una de las causas que hacen que los familiares tengan que plantearse ingresar al abuelo o abuela en una residencia es la dependencia. En los casos en los que nuestros seres queridos no son capaces de cuidar de sí mismos, lo más probable es que acudir a una residencia sea la solución más adecuada. Son señales inequívocas de este hecho el que necesiten ayuda para desempeñar cualquier actividad cotidiana como comer, ir al baño, ponerse de pie, caminar o acostarse o llevar a cabo la higiene personal.
Cuando no recuerdan que deben comer o realizar tareas importantes, se sienten confusos y olvidadizos en situaciones habituales o se ponen en situación de peligro debido a la confusión, la opción de ingresar en una residencia es más que viable. No obstante, los profesionales del sector, contemplan la posibilidad en estos casos de no realizar un ingreso de manera inmediata. Contar con servicios de cuidado a domicilio puede ofrecer una serie de ventajas tanto para el ser querido como para el familiar. Esta opción suele ser bastante beneficiosa y compatible con los centros de día.
Otra razón que hace posible la necesidad de encontrar una residencia de ancianos para nuestro ser querido es que el propio cuidador, cuando se trata de un familiar, sienta agotamiento y se encuentre anímica y mentalmente mal. Cuidar y supervisar el cuidado de un ser querido en los casos en los que ellos no pueden hacerlo por sí mismos, resulta extenuante y agotador. Plantearse el ingreso en una residencia de ancianos puede generar un sentimiento de culpa aunque hay que ser conscientes de que a buen seguro es la mejor opción para todas las partes.
Si una persona mayor requiere de cuidados profesionales para que el anciano pueda vivir cómodamente, puede ser más favorable recurrir a una residencia de ancianos en donde le propiciarán todos los cuidados necesarios. Además que los centros de mayores, constituyen comunidades establecidas de las que pueden formar parte y participar en actividades que suponen grandes beneficios para ellos.
También es comprensible plantearse la cuestión de la residencia cuando se vive lejos del familiar, el trabajo y las obligaciones impiden brindar ese apoyo constante y necesario a nuestro ser querido. Es fácil comprender lo absorbente que puede resultar cuidar de alguien dependiente. Si además el cuidador tiene su propia familia, sus obligaciones y responsabilidades y otros asuntos que atender, la tarea puede convertirse en algo difícil de llevar.
Hablamos de recurrir a residencias de ancianos en casos de verdadera necesidad, cuando el momento lo requiere y el ser querido no puede valerse por sí mismo. En estos casos, cabe plantearse la necesidad y buscar la solución que mejor se adapte a todas las partes. Siempre, claro está, teniendo en cuenta la opinión y necesidades del ser querido.
Otros aspectos a tener en cuenta
Como es lógico, el momento adecuado para ingresar en una residencia de ancianos depende de diversos factores que van ligados directamente a cada persona y circunstancia particular. Lo más habitual es que el factor de mayor relevancia sea la necesidad de recibir atención y una serie de cuidados especializados. Un claro ejemplo de ello es cuando la persona mayor padece una enfermedad crónica que hace necesaria la atención sanitaria constante o necesita ayuda para poder llevar a cabo las tareas cotidianas, como ya hemos citado anteriormente.
Contar con aspectos como la seguridad de la propia persona, pues al vivir sola hay que tener constancia de que es seguro para ella y que no existe riesgo de que sufra caídas o accidentes. Razones en cuyo caso puede ser más prudente que viva en una residencia de ancianos donde siempre habrá alguien disponible para prestar auxilio en caso de accidente.
Es fundamental tener en cuenta la calidad de vida de la persona mayor. Si se siente sola en casa, aislada o no tiene ocasión para socializar o realizar actividades de ocio, puede ser conveniente que se traslade a vivir en una residencia de mayores en la que gozará de mejor calidad de vida. Podrá disfrutar de una vida más activa y social, pues contará con la posibilidad de conocer a otras personas de su edad, implicarse en actividades culturales, participar en actividades de ocio y recibir la atención necesaria para encontrar su bienestar físico y mental.
Llegado el caso de que se tome la decisión de ingresar en una residencia, es vital facilitar esa adaptación. El cambio supone un gran giro en su vida y puede existir un proceso de adaptación, más o menos difícil. Es necesario en estos casos hacer que sienta su habitación como su casa. Colocar en ella artículos y objetos propios de su antigua vivienda, hará que todo sea más fácil.
También es importante que conozca al personal con el que va a convivir y las personas que van a estar a su cuidado para establecer vínculos favorables y que generen confianza. Al mismo tiempo, procurar que participe en actividades que permitan conectar con otros residentes y fomentar nuevas amistades.
Como cabe esperar, visitar al ser querido de forma frecuente y habitual es esencial para que no sienta abandono por parte de la familia. Resulta esencial hacer que sienta esa cercanía y apoyo para que la adaptación sea más rápida. Por supuesto, hay que tener paciencia y alentar a nuestro ser querido durante ese período de transición que puede resultar muy difícil para ellos.
En resumen, plantearse el ingreso de un ser querido en una residencia de ancianos, es algo de lo que nadie está exento. En algún momento de nuestra vida, puede darse esta circunstancia. Llegado el caso, es fundamental tener en cuenta las circunstancias personales y particulares de la persona mayor. Si se trata de alguien dependiente que no es capaz de valerse por sí mismo, lo más adecuado, probablemente sea recurrir a una residencia donde recibirá todos los cuidados y atenciones necesarias. Sin olvidar que para elegir la mejor residencia hay que tener criterio y hacer una elección correcta, tomarse el tiempo necesario y, por supuesto, contar con la opinión de la persona que realmente va a vivir en ella.